“Viajar
es una brutalidad. Te obliga a confiar en extraños y a perder de vista todo lo
que te resulta familiar y confortable de tus amigos y tu casa. Estás todo el
tiempo en desequilibrio. Nada es tuyo excepto lo más esencial: el aire, las
horas de descanso, los sueños, el mar, el cielo; todas aquellas cosas que
tienden hacia lo eterno o hacia lo que imaginamos como tal”.
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